21. No desperezarse en público. 22. No rascarse en público exageradamente ni con retorcimientos, sino discretamente. La cabeza , con mucha delicadeza; y nunca, como es evidente, otras partes menos honestas. 23. Soportar con disimulo las pulgas, etc., que, a veces, se cogen en sitios públicos. No dedicarse a cazarlas delante de nadie. 24. Cuando se va por la calle, debe ir a la derecha la persona de mayor dignidad. 25. Llama la atención que un sacerdote vaya por la calle solo con una mujer, a no ser que ella sea de edad avanzada.
26. Por nuestra condición de jóvenes está bien dejar el asiento del tranvía a una señora anciana; pero puede llamar la atención si se deja a una joven, a no ser que lleve un niño en los brazos, esté impedida, etc. 27. Tener en cuenta categorías para dejar pasar por puertas, etc. 28. Procurar evitar, sobre todo de noche, las calles de mala fama, y el ir por una calle cualquiera detrás de una joven a su mismo paso; se puede adelantarla o cruzar a la otra acera. 29. A personas de respeto no se les manda tarjetas postales, sino cartas, aunque sea breve lo que hay que decirles. Otra cosa son las postales de turismo, artísticas, etc. 30. Si un invitado se retrasa, no se le espera si entre los invitados hay alguno de más categoría que él. Si son todos iguales se le puede esperar un poco: no más de quince minutos. Si el que se retrasa es el de más categoría, se le debe esperar.
31. La hora prudencial para hacer visitas es de 7 a 8 y media. 32. El fingir no ver a una persona para no saludarla, es de muy mala educación, y casi siempre ella lo nota. 33. Al saludar al Obispo besarle el anillo poniendo en tierra la rodilla derecha y no la izquierda. 34. Los guantes no se quitan con los dientes. 35. Para dar la mano es mejor quitarse el guante de la mano derecha, aunque eso haga esperar al otro. 36. Al dar la mano a una señora, no apretar demasiado. 37. No se saluda con el cigarrillo en la boca. 38. Cuando uno está esperando el último saludo y el que se aleja no se vuelve, no deja buena impresión. 39. Nada hay que cueste tan poco y sirva de tanto como una sonrisa amable. Quien sabe sonreír con naturalidad y amabilidad, encontrará siempre blandos los corazones de los hombres. 40. Todo el mundo tiene derecho a un par de singularidades. Seamos benévolos con ellas: pero procuremos no molestar nosotros con las nuestras. |
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